Las cosas de Iván Federico

Átomo perdido en la llanura, que me nombró el poeta, nací sin querer y moriré sin poder evitarlo.

четверг, 11 ноября 2010 г.

Retales de "El fauno Juan Amapola"

“... en otro sueño Juan Amapola descubrió un jardín secreto,
en él las flores más bellas crecían entre otras flores ya muertas,
el agua corría por un manantial que parecía haber estado seco
durante muchos años, algunas criaturas del bosque moribundas
se arrastraban entre las crisálidas que darían lugar a unas nuevas.
Este jardín secreto era como el bosque. Exactamente igual que
el bosque en el que él vivía, pero a pequeña escala. Las palmeras
se reflejaban en el agua como un espejo, todo hablaba, pero a
diferencia del bosque que Juan habitaba, todo prefería estar
en continuo y perpetuo silencio. Las hojas de los árboles, era
otoño, caían en silencio. Las flores y las criaturas morían en
silencio, ni siquiera las que nacían, nacimientos en el bosque
a los que se les atribuye una fiesta espantosa, nacían en silencio.
Sabían que cualquier ruido desvelaría el secreto del jardín.
Así que Juan adoptó su postura más cómoda, sentado junto
al agua del manantial (que le recordaba a su río) y sacando
su flauta la puso en sus labios sin emitir ningún sonido.

De pronto fue la danza del silencio, las piedras volaban en
forma de waltz, las hojas del árbol bailaban con estas, los
espíritus de las criaturas moribundas se alzaban de colores
sobre sus cuerpos, que desaparecían sin dejar rastro, y todo,
el agua del manantial, el reflejo en el agua, las palmeras,
las flores, todo lo que habitaba el jardín secreto, comenzó
a danzar en torno a Juan Amapola y su canción silenciosa.
Juan comprendió entonces que estaba en un sueño que
existió de siempre en lo profundo de su alma de fauno,
y que esta danza silenciosa que tanta paz le propiciaba
era la misma que se bailaba en su alma desde que nació...”

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se asoman al espejo