Las cosas de Iván Federico

Átomo perdido en la llanura, que me nombró el poeta, nací sin querer y moriré sin poder evitarlo.

воскресенье, 7 ноября 2010 г.

Retales de "El fauno Juan Amapola"

"...la cumbre lo miraba indiferente. Juan hacía todo por llamar su atención. Se posaba sobre sus dos patas y gritaba a la nieve, enseñaba a unos pajarillos y unas piedras a cantar "ven, montaña, ven", las piedras desentonaban realmente, pero su voz traspasaba los límites del bosque y, la montaña, quieta, callaba. La nieve brillaba con los primeros rayos del sol y el río, que andaba despertándose, fluía tranquilamente bosque abajo, Juan no sabía qué hacer para que la nieve lo invitara a subir. Escribió en la rama de un árbol caído una carta "Señora montaña, he intentado comunicarme con usted por otras vías, pero ha sido imposible. Quería decirle que desde niño me apasionó su cumbre nevada cuando llega ésta época del año, y que el bosque se está quedando pequeño en este lado de la ladera. No quisiera importunarle más, pero tenga a bien acogerme en su cumbre, no como un visitante, si no como un amigo" y se la dió a un zorrillo de cola blanca, al que no le hacía mucha gracia la idea de subir a la montaña, pero quien previamente había recibido un salvoconducto para caminar entre los olmos los días de luna llena, con la única condición de no morder sus raices y no mirar con deseo a sus criaturas escogidas (faunos, buhos, moscas...), y para un zorro de cola blanca el ver a la luna entre los olmos es un privilegio, así que allá fue, a llevarle una rama del fauno  a la montaña. Juan siguió buscando maneras de caer bien, danzó "ven, montaña, ven" aprendió el lenguaje del viento y silbó hacia arriba "señora montaña, qué bella está usted hoy", y se echó a descansar junto al río, esperando respuesta..."

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