Las cosas de Iván Federico

Átomo perdido en la llanura, que me nombró el poeta, nací sin querer y moriré sin poder evitarlo.

четверг, 30 декабря 2010 г.

Palabras como flores.

IMPACIENCIA

Soy el Principio.

Estoy aquí desde el fin.

Me instalo en las cosas muertas,
en la hoja de papel que se acaba de llenar,
en las bocas del último beso de un amor que se despide
de sí mismo para siempre.

Nazco de golpe tras el miedo,
soy la conclusión de la duda y el extrañamiento,
crezco en proyectos concluidos, en el acercamiento del enamorado
a su víctima amada.

Vivo en la muerte desde que existe.
Soy la explosión del genio del artista que estuvo mudo.
No puedo negarme a ser la parte más importante de lo que nace
irremediable y nuevo.

Me llaman Dios. Me llaman trueno.
Me llaman esperanza. Vida, me llaman.
Me llaman luz en la noche y sombra en el día.
Mi nombre no está escrito todavía.

Soy lo que esperas cuando esperas.

A veces estoy en tus lágrimas secas.
En las palabras de una mirada entre dos.
Soy lo que vendrá después del error.
Amante del final y su asesino.

Sólo hay algo que puede conmigo.
La eternidad. Y yo la he visto. Es débil.

La eternidad se muere en los finales.
Se muere en los gobiernos de los pueblos,
se muere en libros, en romances, todo
en la eternidad se muere lentamente.
Se le muere a la eternidad el miedo.
El terror se le muere, la desazón
y la desesperanza.
Se le mueren las artes, las ideas.
Los hombres se le mueren como copos de nieve.
Los hombres se le mueren como hojas de otoño.

Y ahí es donde empieza mi trabajo.
A partir de ahí me consolido.
Me hago paso y me poso
sobre las ramas como un ave rapaz
y me lanzo demente sobre la carroña.

Mi nombre es Principio,
mi vida empieza siempre ahora.

Mi nombre es Fin.

Estoy desde el principio aquí.

Silencioso como un áspid,
me muevo entre las gentes y sus vidas,
sus amores, esperanzas vanas, rozando sus proyectos
de futuro, sus casas construidas con amor o por amor.

Letal, como un verdugo sin rostro ni voz,
este hacha de Damocles se desliza por el aire
rasgando el enorme vacío que rodea todas las cosas,
la musitada nada que acompaña el todo de cada suspiro.

Se me intuye o no,
pero ahí estoy, como un caballo trotando
libre en las marismas de paz de vuestras psiques,
dejando huellas firmes que a más corro, más crecen.

Corro como un atleta,
o ando, como un potente atleta
que no puede perder. Ay, contrincantes,
oled, oled las rosas, carpe diem, tempus fugit.

De nada os servirá saber latín.

Estoy en vuestra sonrisa.
En vuestra médula espinal.
Soy lo que fallará algún día.
Compañero en armas de la muerte.

Sólo hay algo que puede conmigo.
La eternidad. Y yo la he visto. Es débil.

La eternidad se muere en los periódicos.
Se muere en África, en Sudamérica, en Asia,
se muere en Norteamérica y Europa, en Oceanía.
Se muere en la punta de los dedos torpes.
En la cuchara lenta.
Se muere en la televisión en "prime-time".
Se muere en el orgasmo de un amante.
En la universidad.
Hasta en las bibliotecas
se está muriendo la eternidad.

Vosotros, costumbristas, acomodados,
vagos, no alcanzaréis jamás lo inextrincable.
Sois asesinos. Lo eterno expira en vuestras manos
como un pájaro, un perro o un gato que se muere..
Ya no le tengo miedo a vuestra eternidad.

Mi nombre es Fin,
estoy aquí desde el principio.

вторник, 28 декабря 2010 г.

Suite para Olivetti Linea 98 y la no tan Magna.

Para qué salir:
Olivetti, Linea 98, saco de huesos,
cadáver de máquina de escribir al que le faltan las letras a m o r y otras.
Mi padre, remuerto. Mi casa, sola, conmigo...
Lo echo mucho de menos.
Para qué salir:
Mahoma, mensajero de Dios,
cuatro mecheros, Sonata a Rodolfo, blancos,
Hector y un cappuccino.
Una rendija abierta en la rejilla.
La libertad, Kreutzer, minuto cuatro;
La historia de mi vida. Hachis y ausencias.
Para qué salir
si en la calle me esperan mi padre muerto,
la lluvia, los bandoneones con cáncer
y el resto de mi familia. Todos menos tu,
aquí Diamanda Galas, llave inservible; La Ausente,
la que escondieran otros, secretamente, bajo la tierra.
...Nadine.
Para qué salir.
Aquí tengo tu ausencia y un gato,
y música, y cine, y fuera hace frío, y libros.
Fuera tu vives por ti, por otras, por otros.
Aquí te tengo solo mía. Cachorro. Mi tessoro.
Aquí no existes más que a mi manera.

Viejos poemas (Etiqueta inaugurada)

ODIO LAS RISAS ENLATADAS



Sólo se puede mejorar enfermando
así se está mas cerca de morir,
por conclusión o consecuencia de desaparecer,
que es el estado mejor, la invisibilidad o la inexistencia.

Aun no recuerdo cuando no existía.
Tengo un ático por fin de una puta vez
con dos perros excitados a los que amo;
mi ying y mi yang.
“Tú antes de haber nacido” es un concepto equivocado.
Prefiero decir que “no recuerdo cuando no existía”
o "cuando me muera voy a"
¿Ves la luz?
Sigue la luz
"...los semáforos le dan tres luces celestes".
Los semáforos del tiempo dan paso a enfermedades
y yo no quiero morir tras un hospital...
Odio los hospitales,
están al mismo nivel de odio que me evoca la política
o el color de pelo azul malva sellado.
¿Sellos que sellan?
Del verbo sellar.
Sellos mágicos.
Sellos trágicos.
Mis sellos, mágicos.
Tus sellos, trágicos.
(Eso no goza de mucho sentido
y estan echando se ha escrito un crimen).
No soporto a Jessica Fletcher
prefiero a Colombo.
A veces solo le faltaba eructar
para ser el mejor, ya del todo.
Hace veintitrés años yo era un feto.
Y un poco antes me sentía límbico.
Odio la FOX.
Odio las risas enlatadas.

Palabras como flores.

FUNICULADOS

понедельник, 27 декабря 2010 г.

Palabras como flores.

INMORTALIDAD

Desierto rojo. (poemas)


Nº 7 El ave

Que la palabra OJO me mira. 
Que la palabra OJO me llora.
         I  I
         I  I
Que el aVe se ha perdido.
Que anida en tanta ruina en la que hay vida.
Que hay vida en tanta ruina en la que anida.

Una bofetada de vida.
Golpe de esperanza.
Hasta que abrí los ojos.


Nº 8 Noche en la ciudad.

He sentido terror en la ciudad. 
Sonidos roncos se apoderan. Como de viejas máquinas
con reminiscencías tardías de querer ejecutar su función
silban a lo largo de las calles vacías, entre los coches destruidos
y a través de mis tímpanos.

Todo está lleno de fantasmas.
Esta noche el terror es mi hermano.
Dormimos juntos, de la mano.




Desierto rojo.


Capítulo 13

Si. Como siempre. Lloro. Mientras lo persigo lloro. Con todo mi cuerpo. He pasado años en este mundo rojo vacío de vida, sólo he visto alguna vez sesenta cucarachas preparando invasiones al rincón del sofá o la despensa, y ahora mis ojos lloran mientras la persigo perdiéndose sobre la linea del horizonte en dirección al rojo sol. Qué imagen más monstruosa me evoca. Con mi creencia firme desde el principio de que vivíamos en pura soledad plena. Pero ahora, aquí, a mucho tiempo desde mi partida, mis ojos miran un ave perderse. 
No puedo esperar para contárselo a mi mujer y a Iván. Por un instante siento unas ganas horrendas de volver a su lado corriendo y contarles que hay un ser alado que ha sobrevivido, quién sabe si construyó su nido con la misma alquimia de amor que yo construí mi casa. Pero ahí está. El ave Ícaro, perdiéndose contra el Dios del fuego.

Ahí estamos los dos, volando sin temor hacía el futuro, que siempre queda de frente. El con sus alas, díptero. Yo con mi llanto humano.



Capítulo 14

Doble arcoiris sobre el desierto. Oh. Ah. Sí. Increíble. Doble arcoiris. Mis sueños desde que vi al pájaro son diferentes. Antes siempre ocurría una historia con principio y fin. Algo terrorífico o hermoso. Y siempre ocurría en mi casa. Con Iván, con mi mujer. Pero ahora, desde que vi aquel pájaro, mis sueños son imposibles iconos coloridos, ríos azules donde se puede beber algo que no sea azufre; cascadas, estanques, arcoiris, arcoiris dobles, mujeres bellas haciendo el amor sobre una sábana caliente y mojada, atardeceres de mar serena, mi mujer y mi hijo sonriendo y dando vueltas sobre si mismos...
Cada vez que despierto de mis sueños de color y me encuentro mi mundo rojo, que me espera con su ojo rojo que me mira con su pupila de fuego, que ayer fue un ave y hoy es otra, una sonrisa nostálgica despierta conmigo.

A lo lejos distingo una ciudad. Provisiones. Agua quizá. Cobijo seguro. Me encamino a la destruida urbanidad, buscando quizá un instante de sociedad en bucle, una cafetería con tres personas. Uno tose. Otro desayuna tostadas de aceite. Un tercero marca varios números y acaba marcando el seis y se pone a hablar con su pareja mientras la camarera pasa la balleta por la barra y yo doy un trago a mi café como si nada hubiera pasado. Como si me fuera a incorporar a mi trabajo en media hora. Leo el periódico y este reza: 
Recuerda: esto que vives es imposible. Esta vida fue destruida. 

Sacudo la cabeza para que se evaporen las nostalgias tontas, sigo caminando. La ciudad está cerca.



Videablarte. Atardecer en el faro.















Retales de "El fauno Juan Amapola"

Fauno, de Arnold Böcklin
"El fauno Juan Amapola se enfrentó al despertar esa mañana como se despiertan las cosas, en una milésima de segundo, el rito después se extiende, pero es en esa milésima cuando ocurre que ese día van a ocurrir las cosas que van a ocurrir irremediablemente porque has despertado en esa milésima de segundo, no tres segundos arriba o cuatro abajo. En esa. Qué diferente imagino que habría sido todo tres segundos abajo o cuatro arriba. Pero se despertó en esa milésima fatal para el destino del Río y el bosque. Se aseó las patas con un chorro de un manantial cercano al Río, se limó las pezuñas con una piedra que no paraba de quejarse gruñendo, y salió a la vida, dispuesto quién sabe a qué, pues desde que comenzó a soñar con otros mundos no es el mismo Juan, suave y dulce, faunito inocente de ciento y pocos años... Era otro. Llamémosle Señor Amapola.

El Señor Amapola pasó cerca del Río, hablaba con los pájaros, los árboles, las cosas, y todas le decían que fuera a ver al Río. El Señor Amapola continuó su camino ignorando la corriente. El Río fluía casi contra su voluntad. El Señor Amapola se detuvo a hablar con el Olmo. El río fluía deseando estancarse. Se crecía entre sus piedras, que cada vez eran más impertinentes y le dolían más. El Olmo le dijo al fauno que no, y el fauno le dijo al Olmo que sí. Los dos tenían razón. El rumor de las piedras extendió la idea de que el Río un día se iba a estancar de pleno terror.  Los peces lo habían comentado ya con las ranas, y las ranas no se lo discutieron porque sabían que los peces, al menos las carpas, al menos las de este bosque, no solían hablar en vano, ni murmullar rumores falsos. Las carpas, según la forma que el Río las acariciaba, intuían que pronto sería un día fatídico. Que todo peligraría. Que inevitablemente o sin remedio el desamor mordería el nucleo vital del bosque, que se bebería la energía del Río y sus ganas de ser.

El Señor Amapola se encaminó a los límites del bosque.
El Río iba cediendo su cadencia.
El Señor Amapola puso un pié tras la linea imaginaria y luego el otro.
Entró en el nuevo mundo.
El Río perdió la mayúscula, convirtiéndose en río... Y se paró en seco..."

пятница, 24 декабря 2010 г.

Palabras como flores.

DOMESTICAR

My howl.

I

Si te ven, que tienes un buen nivel de sombras.
Que te deslizas por la vida como una serpiente entre la hierba,
abandonado sin más complicaciones al ser, uno, para la vida y el placer.
Que viajas de otro modo, (saben de qué hablo) del modo prohibido, visionario.
Que naces un día cualquiera para no ser cualquiera y un día cualquiera estarás preparado para la muerte o no.
Que finges que todo va bien cuando todo va bien y que todo va mal cuando todo va mal.
Que por ti ni pasa el tiempo o que te arrolla.
Si te ven que gimes como una gata o como un gato.
Que lloras cuando recuerdas al jilguero. Bello animal cuellirrojo.
Que dibujas sobre tu piel las cicatricas conforme a vas viviéndolas.
Que no paras porque las señal dice que pare ni sigues porque dice que pares o sigas.
Que no crees en las señales que no alumbran una verdad.
Si te ven que vives en mil casas, que debes algo de dinero, que a veces pareces tan ensoñado que asustas.
Si te ven bostezar cuando los demás hablan, o cuentan, oran o relatan, tergiversan su realidad para sentirse seguros de su irrealidad real.
Si te miran cuando toses en medio del discurso.
O te ven que caminas cabizbajo y llorando o cabizalto y riendo. Que no te influyen para nada los diferentes vientos que te peinan la calva.
O te miran y te creen como de otro país o de otro mundo.
Incítalos.
Si lo hacen incítalos a verte como quieran.
Y a verte o a mirarte o a juzgarte como quieran.
La flor crece sin el agua hasta que muere. Se necesita. Es necesaria el agua
.- si te ven que viven entrerríos...-
Incítalos a que dibujen tu calavera y cataloguen cada uno de tus huesos llenos de poesía seca casi hecha una costra. Y que enumeren y nomenclen las palabras.
Doce: minotauro. Trece: St Petersburgo. Veintidós: sin Cincuenta: con.
Dos: aventura Dosmilseisciestoscincuentaysiete: Dios.
Que te llamen por el nombre que decidan.
Que te instalen las banderas que les plazca.
Que te aprendan de otro modo a como eres.
Tu siempre llevarás la de la libertad,
y guiaras a tu pueblo,
ineluctablemente, gracias por la palabra, buenas noches,
hacia la completa luz de la razón UNICA, INDESTRUCTIBLE; IMPERECEDERA.

четверг, 23 декабря 2010 г.

Nosotros. El no tiempo.

No hay tiempo, no está en los relojes, los calendarios,
los cronómetros, las cronologías de nuestra historia.
No hay tiempo porque no existe el tiempo todavía.
Y como no hay tiempo hay que andar con prisas:
desnudarnos como quién está al borde de la muerte,
corriendo besarnos, amarrar nuestros sexos,
y que ríos se desborden y mares fluctúen
por nuestras culpas y gracias a nosotros.

Esta prisa, que nos ata bienatados,
no nos deja alimentarnos, respirar,
hablar con otros, sólo sernos,
desasirnos del todo lo ajeno
y deshacernos.

Diréis que si no existe el tiempo a qué la prisa.
Y es por eso la prisa, porque no existe el tiempo
pero quién sabe si mañana la mañana,
si mañana la tarde, o la noche, nos lo instala.
Quién sabe si pasado encasillamos el caos,
lo reorganizamos, decidimos: a tal hora la comida
o a tal nos desvalijamos las ropas,
a tal a tu familia o a la mía
o a cual para ir al cine
y luego a casa.

Quién sabe si nos crece en las muñecas
un palito para los minutos
un palito para los segundos
un palito para las horas,
una esfera y tempus fugit
debajo y ya la cárcel.

Prefiero irme con prisas.
Por eso cuando puedo te beso, te muerdo,
te hago el amor, violo las leyes de las verjas de tu cuerpo,
las salto, y entro en ti como una revolución,
te desarmo, te desalmo, e improviso
con una u otra parte de mi cuerpo
las maneras para pasar este tiempo sin tiempo
divirtiéndonos, riéndonos, queriéndonos y siéndonos
únicos dos que son uno sobre la sábana desordenada del mundo,
por eso cuando tu y yo somos a cualquier hora, no somos tu, ni yo, a ninguna.

вторник, 21 декабря 2010 г.

La pulga. John Donne.

The flea
John Donne (1572-1631)

Marke but this flea, and marke in this,
How little that which thou deny’st me is;
It suck’d me first, and now sucks thee,
And in this flea, our two bloods mingled bee;
Thou know’st that this cannot be said
A sinne, nor shame, nor losse of maidenhead,
Yet this enjoys before it wooe,
And pamper’d swells with one blood made of two,
And this, alas, is more than wee would doe.

Oh stay, three lives in one flea spare,
Where wee almost, yea more than maryed are.
This flea is you and I, and this
Our mariage bed, and mariage temple is;
Though parents grudge, and you, w’are met,
And cloystered in these living walls of Jet.
Though use make you apt to kill mee,
Let not to that, selfe murder added bee,
And sacrilege, three sinnes in killing three.

Cruell and sodaine, hast thou since
Purpled thy naile, in blood of innocence?
Wherein could this flea guilty bee,
Except in that drop which it suckt from thee?
Yet thou triumph’st, and saist that thou
Find’st not thy selfe, nor mee the weaker now;
’Tis true, then learne how false, feares bee;
Just so much honor, when thou yeeld’st to mee,
Will wast, as this flea’s death tooke life from thee.


La casa de John Donne



La pulga


Mira esta pulga, y mira cuán pequeño
es el favor que tú, cruel, me rehúsas;
me picó a mí primero; luego, a ti.
Y en esta pulga tu sangre y la mía
se han confundido; ¿puede declararse
que hay en tal hecho pecado, vergüenza,
o pérdida de la virginidad?
Pero este insecto disfruta,
sin matrimonio, y el muy consentido
con nuestras sangres se atiborra. En cambio
tal cosa no se nos es permitida a nosotros.

Detente, no la mates salva nuestras
tres vidas perdonando a este insectillo,
en quien nosotros casi nos casamos:
sirva esta pulga de lecho nupcial, sea templo
de nuestras bodas, por mucho que gruñan
tus padres y tú, ya ha sido consumado
adentro de este insecto nuestra unión.
Por más que matarme, mi amor, acostumbres,
no añadas suicidio a ese crimen,
ni sacrilegio, tres faltas en una.

Cruel, despiadada, ¿has manchado tus manos
con sangre inocente? ¿Qué culpa
puede esta pulga haber tenido, excepto
la gota que sustrajo de tus venas?
Pero sobreviviste al robo, y me señalas
que tú ni yo menos vivos estamos;
ello es verdad: ¿no te parece entonces
que falsos son tus miedos?, si te entregas
a mí tanto honor perderás como vida
con la picada de pulga perdiste.

Versión de Fernando Pérez


La cara de John Donne

Videablarte. Bajo el paraguas. Juegos húmedos. Mariposa.